EN EL
MUNDO QUE ANHELO
las batallas
se librarán
a leves
mordiditas en la nuca
a punta
de palabras
dichas al oído
las espadas ya no serán
lenguas de doble filo
ni correrá
la sangre
-si es
que llegara a correr-
más allá
de la primera vez
en el
mundo que anhelo
será nuestra
cama un cielo.
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