IVÁN TRESPENAS
La más
reciente vez lo vieron de huaraches y blanco cerrado, aljaba a las espaldas,
recogiendo ordenaditos puñados de sol en la milpa. Antes, lo encontraron
departiendo con sus amigos de la jaiclás, de insufrible corte inglés en
mantasucia, en una playa de Pedasí, en el Suntuoso’s
Little Big House Resort del gringo Matías, apabuyando a sus contertulios
con sus paquetes de cohíba que desgranaba de mano en mano y de uno en uno dizque
para que no volaran “tan rápido”.
No se
le ha vuelto a ver desde entonces. Quizás en tres semanas, tres meses o tres
años se lo encuentre uno en Argentina o Zambia, con su atuendo lugareño y
fumando bidis de Madrás o del pitillo en plata de una narguile entre Marrakesh
y Ur de los caldeos.
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