martes, 25 de septiembre de 2007

A SOLAS ANTE EL ESPEJO

Desnudo hasta de mí, ante el espejo, tiemblo. No soy esto que parezco del mismo modo que no parezco esto que soy cuando, frente al espejo, tiemblo. Y por eso tiemblo, porque no soy lo que parezco ni parezco lo que soy.
¿Qué soy?, ¿qué parezco? Me parezco a mí mismo y eso me asusta. No he cambiado en poco menos de medio siglo. Sigo siendo lo que fui a los veinte de andar por este mundo; sigo soñando otras posibilidades y eso me aterra. Y les digo, a estas alturas de la historia, tendría ya que ser otro, otro que no soy aunque adultere los espejos.
El espejo no miente, muy por el contrario, ha sido el primero en decirme cuánta verdad hay en todo eso de que debo aterrizar y sentar cabeza, porque la poesía ni los sueños van a darme para la sal de la sopa, o para comprar el yate, la casa de ochenta mil dólares que ofrecen en “El siglo” con financiamientos a treinta años, o para pagar el crucero por el Caribe que tanto quise cuando niño. No, nada de eso voy a lograr nunca si pongo las esperanzas en la venta de mis versos como pan recién salido del horno.
Frente al espejo tiemblo de miedo porque sigo siendo el mismo y de alegría porque sigo siendo el mismo de hace casi veinticinco años, cuando tenía poco menos de veinticinco años y soñaba que un día el mundo sería distinto; que ya no tendría fronteras el mundo y podría ir a donde quisiera con sólo versos en los bolsillos, porque el dinero no iba a ser necesario. Igual que ayer, hoy sigo soñando y eso me alegra, pero me aterra cuando pienso que pagar una taza de café con un poema es cada vez menos posible, pero me alegra porque aún no deja de ser posible. ¿Tiene culpa acaso el espejo? ¿Tengo yo acaso la culpa de que mis sueños aún no se hayan hecho posibles?Y sin embargo, como ya les dije, sigo siendo el mismo, pero me aterra, pero me alegra.

1 comentario:

Francisco Méndez S. dijo...

Hola: muy buena reflexión, el espejo no miente cambia la figura, pero seguimos siendo la misma persona