viernes, 18 de julio de 2008

POEMA PENÁMBULO

Al margen de que me creas o no
te cuento:

hace una semana me confesaron
el amor "más grande de la historia"

desde entonces llevo una pena honda
clavada no sé dónde

pudo más mi suspicacia filosófica

a la pregunta de "¿cómo lo sabes?"
me respondió con un "no lo sé
en mí lo siento y eso basta
"

quise preguntar de nuevo
y guardó silencio

desde entonces
la he llamado reiteradas veces al celular
le he enviado mensajes electrónicos
pero todo ha sido en vano

por último
la he llamado a casa
y nada.

jueves, 17 de julio de 2008

IBA DE PRISA

me detuve para verla
y se posó en mi mano


quise asirla
y se rompió el hechizo

desde entonces le ofrezco versos
pero ella resiste al acoso
y sin embargo ronda
se mete en mi sueño cuando duermo
aún despierto se me rinde a los ojos
me seduce tendiéndose desnuda
ahí donde mis manos no pueden alcanzarla

me castiga
me urge a que la atrape
y cuando creo tenerla
me descubro las manos vacías

tampoco sabría preguntar a nadie por ella
¿cómo nombrarla sin que nuevamente
se rompa el hechizo?

miércoles, 16 de julio de 2008

Est-Ética poÉtica?

lunes, 14 de julio de 2008

búsquedas estéticas

a Eyra Harbar

Hay en el medio un sabor amargo. ¿A quién le importa la poesía más que como una construcción hermosa de palabras? ¿A quién le importa el Ser detrás del poema, más que como agente de construcción de la cultura nacional o “universal”? ¿A quién le interesa la dureza de la experiencia cotidiana de los individuos devenidos poetas, cuando las mismas instituciones rectoras de la cultura les ignoran alevosamente porque no aceptan las directrices y políticas mecanicistas y mecanizantes?

El hecho concreto es que el sistema nos exige actitud mecánica en respuesta a sus impulsos, en consonancia con la naturaleza del sistema. Ay de quien no comprenda el resultado de la operación ¿aritmética?, pronto verá su nombre expurgado de los programas de mano y por tanto excomulgado de los beneficios que reporta la adhesión a los programas del sistema. En otras palabras, hay que ser dóciles… ser indóciles es para valientes estúpidos que no miden las consecuencias de lo que significa medirse contra Goliat. Acusar al gigante y enfrentarlo es asunto serio en el que no debe enfrascarse quien no pretenda vencerse antes a sí mismo. Al sistema, sin embargo, conviene la existencia de los rebeldes puesto que ello le obliga a la revisión de sus estrategias.

El panorama es sombrío. Da la impresión de que estamos inmersos en una paradoja de la que difícilmente (si es que existe posibilidad alguna) lograremos escapar o, por lo menos, disfrutar una porción mínima de latigazos como premio por la comprensión del mito prometéico. ¿Cómo evadir la realidad y convertirnos en agentes de cambio al margen de los caprichos del sistema?

Sabemos que con sólo poesía no lograremos la atención que reclamamos y que menos podemos dejarnos arrastrar al caos que patrocina el sistema cuando obliga a la masa a buscar la toma del poder. Tampoco, creo, el poeta busca más que poder decir al individuo aquello que sobrevive al individuo cuando, por su propia voluntad trasciende los planos de la belleza pura, estadio que convive con y en el individuo. Que el reconocimiento dependa de los márgenes de participación que se nos permita en los programas estatales, es claudicar ante la certeza de que somos, al margen del reconocimiento que, muchas veces si no siempre, significa el despojamiento de las certezas propias en interés de quienes dirigen el Estado.

Un ejemplo: los concursos envician; son los casinos a través de los que la sociedad compra la conciencia de los participantes que terminan escribiendo en un determinado estilo, con un determinado lenguaje, a un determinado público y, por tanto, endulzando el gusto auditivo o estético del jurado que al cabo, determinará si el autor aprendió o no la lección. El premio, reitero, embarga una trampa peligrosa más que toda trampa: se corre el riesgo de perder la identidad y con ello todo valor inherente al Ser. A ver: las publicaciones significan la distribución programada de la obra del autor en esferas de poder económico y cultural que obligan, por la naturaleza de las recién inauguradas relaciones, al desvinculamiento con los antiguos entornos sociales (no nos llamemos a engaños, es cierto), si queremos permanecer en la “rosca”.

Cuál es el propósito de la estética? ¿el de la ética? ¿y el de la poética? “Yo no vendo mi patria”, dijo el prócer del siglo XIX. ¿Cuántos con él dirían en su momento ¡YO NO VENDO MI PLUMA??? ¿qué es útil desde la poesía en un entorno donde lo útil se cuenta en efectivo y se paga con Master Card?

ELEGÍA POR EUGENIO SANTOS FLORES

El aldabonazo cae y resuena
y resuena
¿quién osa reprimir las preguntas
que resuenan en la puerta del que viaja?

uno quiere asírsele a los pies
como Eliseo
pero sólo atrapa un velo de humedad y tiempo
de espantosa soledad humana
y de tiempos como delgados filos
o como abismos
o llantos descolgándose

la palabra no quiere zapar del arco
el polvo torna al polvo quieto
a los pulmones que se abren
a la noche más en sombras

hoja de hierba eres
brizna mecida por la lluvia
húmero erguido entre las espigas altas
de las hierbas en el río
árbol florido puño en alto

tu aljaba te extraña
y tus botas de hule remendado
y los caminos bajo la selva
y las estrellas sonámbulas y la eternidad de agua
que fluye
mana
se decanta
desde tu orilla de aurora aldabonante

resuenan en el alma campanas
y uno quiere como un niño
¡y cómo quieren los niños!
alcanzarlas y golpearlas hasta el cansancio
anunciándote en la lluvia
pero entre las ramas avanza un fruto


y uno se queda solo
con los pasos lentos que remedan tus pasos
y el fuego en las entrañas
y ni Dios tan cerca
pero tú avanzas hacia tu noche
hacia tu casa
¡oh Dios, cuánta soledad al hombro!
¡cuánto espanto mordiendo dentro
el alma y la carne juntas
y la puerta cerrada
y tras la puerta cerrada las calles y los carros
y las casas con las puertas cerradas
y los montes a lo lejos
y los hijos también tan lejos
y la noche a la puerta reclamando la carne y los huesos
y el reloj marcando el ritmo

la quietud de las paredes blancas
acumulan tanto esta soledad a media luz
y tanto espato
que ya no quedan polillas en los cristales
si no sólo certidumbres sobre silvestres estrellas
-maracuyás en llamas-
golpeando a la noche con sus goteras quietas

Eugenio Santos Flores
quietud de tierra que traspasa los tiempos
como una lanza que se lanza por los campos
de maíz y de palabras


miércoles, 9 de julio de 2008

AFUERISMO II

No sólo el que piensa que piensa piensa.

martes, 8 de julio de 2008

APUNTES PARA LA BÚSQUEDA ESTÉTICA

a Alejandro Schnider, amigo y maestro
que a la sazón es lo mismo.



Parte el poeta en su búsqueda por los abismos del concepto, de la esencia poética y se compromete a encontrarla y representarla tal cual es en su abstracción personal. Esta búsqueda se convierte en perpetua sucesión de metas alcanzadas a medias, pues en su afán de asir lo inasible con apenas palabras, suele evitar la clave que decodifique definitivamente el espíritu de la belleza ya que tal decodificación significaría, en adelante, la anulación de la búsqueda; el fin de su andar poético.

Reiteradamente insiste en simular que atrapa con tal que la belleza pura permanezca impoluta en su esplendor y apenas deja entrever en el poema, un dejo de misterio que sirva de referente. Es éste quizá el ideal de una estética personal imposible de lograr antes de que el buscante logre culminar su obra. Acepta, en esta vía, el compromiso personal de participar en la exploración de todos los afluentes tributarios posibles, por donde emane el concepto lucidando el mundo que se recrea en su abstracción del mundo el poeta. Cada afluente le significará una versión nueva de la génesis vital y comprenderá los sub-afluentes que participan de la construcción de su obra, en los aportes estéticos comprendidos por la lectura de quienes le antecedieron.

Ventanal o río, la poesía está presente en la metáfora oscuramente luminosa, refulgente por cuando vela el sentido directo de la imagen poética y propone una búsqueda del misterio subyacente. En su doncellez de bosque o de sabana, bulle la poesía mimetizándose siempre en una cómplice escurridiza que evade el encuentro definitivo con el poeta que la persigue, apartando de sí la imagen o la palabra que no la traduzca, o no la muestre en su desnudez magnífica. Es misión del recreador valerse de los recursos propios del oficio en su afán de complacer su búsqueda de la “belleza objetiva”.

Nada es nuevo ni antigüo en poesía, puesto que la esencia poética, por inasible, escapa a las trampas del tiempo y de la idea. Permanentemente muda sus ropajes, por lo que aunque antigua, la misma verdad se repite desde ángulos reiteradamente redescubiertos, lo que la rejuvenecese en esa eterna paradoja humana de la conceptualización y codificación de lo indecodificable.

No sin miedo se arriesga alegremente el poeta por estos abismos ideales, corriendo el riesgo de que en su a veces absurda navegación de aquellos planos abismales se le quede trabada la razón en alguna arista del mundo, cuando no cede un ápice en su anhelo de representar con la “palabra adecuada” el mundo o la imagen del mundo que para compartir ha creado o visionado. Y es que la combinación de palabras elaboradas por el poeta embarga la esencia de su visión de la poesía, al margen de si la imagen “lograda” sea hermosa para el lector. La poesía en este caso no sobrevive en la belleza de la imagen que halague los sentidos, si no en que conmueve, remueve y transforma la visión que del mundo tenía el lector y le produce la necesidad de identificarse y adoptar una actitud hacia sus semejantes, es decir, lo reclama para la convivencia con su entorno natural. Aparte de que le propone la posibilidad de encontrar qué nuevas fronteras hay para vencer en el camino del autodescubrimiento y la asimilación de la verdad que nos hace Ser.

Vayamos en la búsqueda de una estética que re-evolucione al Ser y, con él, a la sociedad; que vincule al poeta consigo mismo antes y luego al lector con el mundo personal y compartido. Toda búsqueda de una estética debe procurar la convivencia armónica como cauce cordial a través del cual fluyan las ideas que hacen del mundo una posibilidad ya no tan remota, como a veces parece y que de la mano del poeta se convierte en vital impulso que desemboque en ese torrente mayor que hace de la poética universal la meta significante de la gran obra humana.