viernes, 29 de marzo de 2013


HABEMUS PAPAM

Hace poco ascendió al trono
el rey de los cristianos
Señor Omnipotente
que permites el dolor de las avecicas
en las montañas de Afganistán
donde el estruendo de las bombas a media noche
les despertó los nidos rotos
un ala por aquí
una patita por allá
y el canto enmudecido
elevándose como una plegaria de paz
mutilada

¿en verdad eres
Señor
omnipotente?

y no haya agravio en la pregunta
que sólo busca
anhela
desea
desenmarañar de entre tus barbas meditabundas
este grito de dolor ante la escena
-hollywoodense-
de tu hijo allá
en la cumbre del Gólgota.

miércoles, 13 de marzo de 2013


SALUD Y PAZ
al que cantando despierta
una saloma ligera
pueblerina o montaraz
ola de luz la torcaz
su canto y vuelo sereno
amor del que mi pecho lleno
por lonche en la madrugada
tras consultar con la almohada
si por mío
su amor es ajeno

a los que dan por el río
de sus amores la vida
vaya mi copla sentida
porque defienden lo mío.

viernes, 8 de marzo de 2013


DOS MOTIVOS PARA NOSTALGIAR UN POCO

Hay en la Ciudad de Panamá dos lugares públicos de extremada belleza. Uno, se ubica en la calle que conecta la Avenida Balboa con la Vía España, la que popularmente se conoce como “la del Chase”. Este, es de una belleza sensorial extraordinaria para quien recuerde sus días de verano, allá por los ochenta, bajo la sombra de un mango coposo y anciano, a la orilla del río, a las tres de la tarde. Está ubicado, exactamente, a entre los cincuenta y cien metros de la esquina sobre la Avenida Balboa. A las 6:00 – 7:00 a. m. se siente un río de frescura a la sombra de los grandes edificios que ahí se construyeron recientemente.

El otro es el jardín del TUAL (Teatro Universitario al Aire Libre), de la Universidad de Panamá. Innumerables veces, solo o acompañado, vi surgir entre los edificios, a eso de las siete, la luna llena. Cuando a solas, me tendía panza arriba sobre el césped, con el maletín de ocasión por cabecera, esperando ver el ascenso de la luna entre las ramas desnudas del corotú. Cuando acompañado, ¿cuántos “cartones” de Clos de Pirque o Fray León, no vaciamos de su tinto contenido, entre melancólicas canciones ochenteras de amor o de revolución nicaragüense, chilena o cubana, acompañados de alguna guitarra desafinada o a capela?

Y pues, como que en estos regodeos andamos, bebiendo ya de las aguas del recuerdo, cabe entonces decirle a la luna llena que ya también decae, en su ciclo de veintiocho días: “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…” y ya con esta me despido: ¿imaginan un “concierto gitano de guitarra y canto, para la luna ausente” con la sala a oscuras?