miércoles, 19 de marzo de 2014



1° DE MAYO



Esta mañana, dos funcionarias conversaban, sentadas en una banca de la Plaza Justo Arosemena. La una le decía a la otra:

“Definitivamente, Dios me ha bendecido con esta nueva empleada. Me cuida los tres niños más de ocho horas, limpia, lava, cocina y no duerme ni come en el trabajo. Ella trae su lunch y me cobra sólo diez dólares por día.”


Sentí asco y horror al recordarme en el Ágora de Atenas, aquella vez cuando, una mañana, mañana como la de hoy, dos ilustres ciudadanos dialogaban del siguiente modo:

-      “Alabado sea Zeus, que ayer me aportó tres nuevos esclavos, traídos desde la bárbara Celtiberia y una esclava me ha parido una hija que, en agradecimiento a los Grandes del Olimpo, donaré al templo de Venus Afrodita.”

-      “Haces bien, Poliándros Genéidas. Como gesto de fraternidad entre tu casa y la mía, te prometo una contribución constante a la formación profesional de tu hija, y mis buenos oficios para que oportunamente halle protección en la oscuridad de los serrallos del Califa de Bassora, pariente mío remoto, por la casa de mi padre.


Para que no me tomaran por loco ni anarquista, preferí callar. Huí despavorido del escenario.

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