sábado, 2 de enero de 2010

DE CARA AL SOL
ó la virtud es temeraria...




Siempre llegan, en la vida, momentos en que el individuo, despojandose de intereses personales, y por motivos de orden superior, toma decisiones que le afectarán materialmente. El individuo es, en última instancia, la suma de todo lo que ha vivido y aprendido tanto de sus progenitores y como de esa otra clase de progenitura espiritual a que se ascienden, por amor, los maestros. Y es esta suma de valores éticos y espirituales lo que se toma en cuenta a la hora de sopesar el asunto sobre el que decide, al margen de las afectaciones que se pueda atraer, impulsado por la fidelidad para con las voces tutelares. De ahí que la virtud sea temeraria.
No puedo ni quiero negar el miedo ante la incertidumbre. Más me dolería despertar de pronto y darme cuenta de la angustia resultante del incumplimiento del deber. Porque, ¿qué puede valer la palabra de un individuo que por miedo a la incertidumbre dejó de hacer lo que debía? ¡Pobre! no podría levantar siquiera los ojos en medio de la asamblea de los suyos, cuánto más su palabra...
Avanzo pues, agradeciendo a quienes me cosideraron su amigo, por permitirme aprender, de su ejemplo, el amor por la palabra y la ética por sobre cualquier mezquino interés. Con la frente baja en señal de respeto, GRACIAS.
Queden en paz.

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