jueves, 11 de febrero de 2010

EL REINO COMPARTIDO


Ofrenda ante el 5º cumpleaños de Nakoa


Hermanico mío
mi Príncipe y Señor
vengo a conversar contigo
a grandes rasgos del jardín que te guardo por querencia
y por casa de todos los habitantes del planeta
casa de aves y mariposas
de hombres
mujeres
y otras bestias silvestres

en medio de la selva está situado este jardín sin límites
rodeado por nísperos y cedros altísimos
tanto como algunos rascacielos neoyorquinos

bajo la fronda de esta selva que te digo
-que circunda nuestro jardín
ese que digo tuyo y mío y de todos-
rara vez alcanzan los rayos del sol
a posarse sobre la hojarasca
y cuando llueve
allá por los meses de octubre y de noviembre
salen de noche jardineros transparentes
cabalgando los corceles del viento
y arremeten contra los árboles enormes
y le abren espaciosos ventanales al bosque

¡qué algarabía la de la luz entonces
cuando jugando entre las hojas nuevas
las diminutas adelfas naranjadas
y las enormes morphas amatontes
como encendidísimas lámparas azules
van con su danza lenta y señorial retando al sol!
¡si las vieras!
dan ganas de correr tras ellas
igual que los poetas tras los dictados del sueño

y si te quedas quieto
aprenderás a silbar con los mejores maestros del trino
melodías mono y plurirítmicas
y si todavía te quedas más quieto todavía
tus hermosos ojos bien abiertos
es posible que veas pasar familias enteras de primates
en su eterna vocación infantil jugando entre las ramas
aunque para ello tendrás que aprender de los troncos caídos
el arte de la quietud extrema

cuando sepas correr sin generar sonido alguno
para no molestar el sueño de los murciélagos
cuando sepas caminar sigilosamente
sin mover violentamente los arbustos
-en silencio
como se debe-
verás pasar desprevenidos venados
con sus enormes ojos almendrados
y las orejas largas y nerviosas olfateando el aire
o con sus largas y delgadas patas huyendo del jaguar
o a los ñeques
que cuando te perciben rompen a reír y huyen
creyéndote cazador burlado

pero tú
hermanico mío
jamás les ocasionarás daño alguno
porque para ellos es también el jardín

en las tardes
desde la casa de madera que construyó tu abuelo
verás a lo lejos blancos gavilanes
patrullando el mar verde


este jardín es tuyo como es mío
y la casa
que es tuya también y de todos
jamás estará cerrada al que pase
al que llegue ni al que parta
y nadie jamás podrá sentirse dueño de este jardín con su casa
porque es de todos y de nadie
porque estamos de paso
somos transeúntes
jardineros y guardianes
y danzantes
y cantores al calor del fuego
y labradores del sustento colectivo

estas cosas he venido a conversar contigo
para que sabiéndolas
un día te reconozcan Príncipe y Señor mío
hermanico mío.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alexander, éste es el poema más hermoso que has escrito, me atrevo a afirmarlo, aunque soy muy inexperta en estos temas; pero diestra al contemplar la belleza.
Ojalá algún día, pueda conocer a Nakoa y compartir algunos juegos o rondas con él en el jardín.
Doménica