lunes, 17 de diciembre de 2012


LA OTRA VERSIÓN DEL MITO*

Ese día, a esa hora exacta, se leían mutuamente. Ambos  pasaban y repasaban las páginas de agua inmaterial y vegetales. Atentos, bebían paisajes que cada uno entreabría para el otro, para sí,  cuando las páginas impulsadas por el embeleso compartido empujaron al estanque desprevenido que, inevitablemente, terminó ahogándose en los ojos de Narciso…


*Gracias, Alejandra Estrada…

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