Para Xiomara Polanco, de quien en Panamá, sólo yo sé…
Un dogma, a mi escaso entender, es una visión absolutista sobre un determinado aspecto religioso o político y que es sujeto de aceptación o rechazo y no razonable pues resulta de una disquisición humana en torno a un asunto doctrinal y no filosófico. Los dogmas tienden a la inflexibilidad mientras que la filosofía, por cuanto es búsqueda, es flexible y cambiante ya que es la naturaleza humana la que se expresa a través de la intuición de que se vale la exploración filosófica.
Se opone pues, la naturaleza del dogma a la naturaleza de la naturaleza porque trata de mutilar al ser humano el derecho de discurrir sobre los asuntos en que se impone como criterio único posible. En la naturaleza los dogmas no existen, hay verdades que el hombre ha dado en llamar leyes y que gobiernan su relación con la naturaleza. Las leyes naturales son flexibles, tanto como requiera la vida para su supervivencia y por más adversas que sean las condiciones para la adaptación. Esto permite que el mundo surja renovado, muchas veces desde la muerte de paradigmas inoperantes, que terminaron cediendo a los abismos artificiales del dogma.
La naturaleza con sus leyes acepta, propone y promueve el principio de oposición que garantiza el equilibrio en la relación de la naturaleza con el ser humano que la intuye, explora y comprende desde su dimensión humana, algo que no ocurre cuando la institucionalización del dogma impone la anulación de esa exploración práctica para el desarrollo de una cosmovisión individual y colectiva que libere al individuo de su ignorancia de los hechos concretos. El dogma al negar esa posibilidad de exploración se anula, porque el mundo y la naturaleza son pluripolares y no monopolares dado que la naturaleza es comprensible desde la más extensa diversidad de ángulos que pueda elegir quien desee comprenderla a partir de cualesquiera de las ciencias sociales y naturales; desde los más diversos ángulos de percepción intuitiva, científica y hasta metafísica.
Un dogma, a mi escaso entender, es una visión absolutista sobre un determinado aspecto religioso o político y que es sujeto de aceptación o rechazo y no razonable pues resulta de una disquisición humana en torno a un asunto doctrinal y no filosófico. Los dogmas tienden a la inflexibilidad mientras que la filosofía, por cuanto es búsqueda, es flexible y cambiante ya que es la naturaleza humana la que se expresa a través de la intuición de que se vale la exploración filosófica.
Se opone pues, la naturaleza del dogma a la naturaleza de la naturaleza porque trata de mutilar al ser humano el derecho de discurrir sobre los asuntos en que se impone como criterio único posible. En la naturaleza los dogmas no existen, hay verdades que el hombre ha dado en llamar leyes y que gobiernan su relación con la naturaleza. Las leyes naturales son flexibles, tanto como requiera la vida para su supervivencia y por más adversas que sean las condiciones para la adaptación. Esto permite que el mundo surja renovado, muchas veces desde la muerte de paradigmas inoperantes, que terminaron cediendo a los abismos artificiales del dogma.
La naturaleza con sus leyes acepta, propone y promueve el principio de oposición que garantiza el equilibrio en la relación de la naturaleza con el ser humano que la intuye, explora y comprende desde su dimensión humana, algo que no ocurre cuando la institucionalización del dogma impone la anulación de esa exploración práctica para el desarrollo de una cosmovisión individual y colectiva que libere al individuo de su ignorancia de los hechos concretos. El dogma al negar esa posibilidad de exploración se anula, porque el mundo y la naturaleza son pluripolares y no monopolares dado que la naturaleza es comprensible desde la más extensa diversidad de ángulos que pueda elegir quien desee comprenderla a partir de cualesquiera de las ciencias sociales y naturales; desde los más diversos ángulos de percepción intuitiva, científica y hasta metafísica.
1 comentario:
Querido Poeta
Hoy visitè tu casa virtual, me gustó el paisaje, ese bosque de palabras espesas que dan sombra a tus peregrinos.
No pares, no desistas
la poesia vive mientras los que la veneramos sigamos de pié.
Un abrazo
Marta
Publicar un comentario