Me contó, cuando niño, un anciano, que allá en el pueblo de sus abuelos, en el lejano país que se llama Kazajistán, había un hombre que soñaba con ir a la luna...
Una noche, dice, se convirtió en ganso y voló, voló, voló y voló hasta que llegó a la luna.
A la mañana siguiente despertó y ya era hombre de nuevo.
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