Sé que mi padre no ha muerto. Desde donde está me dice a cada rato, como solía: “Sí pasaron… ¡pendejo, abre los ojos… mira ahí!” la orientación antinatural de la hoja, el pelo en el tronco, el peso apenas sugerido de la presa en la humedad esponjosa de la hojarasca.
Él fue siempre un cazador callado. Y yo nunca lo dejé ir solo a la selva.
2 comentarios:
Papá se eterniza en las cosas que amaba cuando su forma humana. Bien lo dice El Rin del Angelito:
"Ya se va para los cielos
ese querido angelito
a rogar por sus abuelos
por sus padres y hermanitos.
Cuando se muere la carne
el alma busca su sitio
adentro de una amapola
o dentro de un pajarito.
La tierra lo está esperando
con su corazón abierto
por eso es que el angelito
parece que está despierto.
Cuando se muere la carne
el alma busca su centro
en el brillo de una rosa
o de un pececito nuevo."
Me gusta esta remembranza, bella, delicada.
Un saludo desde San José.
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