Aquestos dio Natura ya desnudos
y Mentes, por vestirlos, raudas corren.
Por ello te propongo que se borren
entre nos, de la sombra los escudos.
Que sean en tus montes puntiagudos
remedos de cereza ante el altar;
que sean, cuando vengas a jugar
a mis labios deliciosos chocolates
tras el suave fragor de los combates
que habremos -nunca dudes- de jugar.
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