jueves, 15 de noviembre de 2012


IVÁN TRESPENAS

La más reciente vez lo vieron de huaraches y blanco cerrado, aljaba a las espaldas, recogiendo ordenaditos puñados de sol en la milpa. Antes, lo encontraron departiendo con sus amigos de la jaiclás, de insufrible corte inglés en mantasucia, en una playa de Pedasí, en el Suntuoso’s Little Big House Resort del gringo Matías, apabuyando a sus contertulios con sus paquetes de cohíba que desgranaba de mano en mano y de uno en uno dizque para que no volaran “tan rápido”.
No se le ha vuelto a ver desde entonces. Quizás en tres semanas, tres meses o tres años se lo encuentre uno en Argentina o Zambia, con su atuendo lugareño y fumando bidis de Madrás o del pitillo en plata de una narguile entre Marrakesh y Ur de los caldeos.

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