domingo, 11 de noviembre de 2012


MORALEJA SIN CHIMICHURRI

Al pez absurdo le pasó lo que al pollito buscador de esmeraldas turquíes en el paisaje o algo parecido a lo que al cangrejo que desafió la mecánica natural, y tras mucho ensayo a lo Juan Salvador Gaviota, aprendió a correr hacia delante con los ojos vendados. Con tantos congéneres corriendo en dirección contraria, terminó apuñalado por las patas de los que le pasaron por encima. Lo aprendido, sin embargo, no pudieron quitárselo y quizás le servirá de algo en su próxima vida de buscador de lumini-ciencias en el paisaje que sobrevuela con los ojos creyéndose pez ante las gallinas envidiosas que lo miran desde el patio, impávidas e incapaces de seguirlo entre las nubes y reclaman de sus gallos un castigo ejemplar para el irreverente que, sin plumas todavía, osa dejarlas en ridículo volando panza para arriba como los peces sobre y contracorriente y no como la naturaleza dicta que deben de nadar los pollos y volar los cocodrilos.

Ese día, cuentan los amarillistas de la crónica, murió el rebelde, ejecutado públicamente por la razón y motivo de sus afanes libertarios.

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