lunes, 22 de septiembre de 2008

ANTE LA PUERTA DE LA SALA DE LOS ESPEJOS o SOMOS PARADOJA

Queriendo hallar sabios de quiénes aprender, busqué la Universidad, pasando por alto los caminos de la formalidad y sí que los encontré, sumidos en sus contradicciones humanas pero brindando como fuente surtidora el conocimiento al que habían en su momento accedido. Los hallé y con ellos la verdad que signa al hombre en su contradicción eterna: somos paradoja.

Queriendo ser grande, llegué a ser pequeño. Queriendo ser pequeño, me vi envuelto en esa ola terrible de arrogancia que me lleva, furiosa por los caminos igual que en el mar los surfistas. Queriendo creer en Dios, me aparté del hombre y, queriendo creer en el hombre me aparté de Dios, hasta que una mañana o una noche, quizá, comprendí que Dios y Hombre son espejo y reflejo el uno del otro… y voy ahí, buscando en el humano la divina porción individual, creyendo que soy lo suficientemente humano como para comprender el hecho concreto. Es cuando retrotraigo un aforismo que me vino a la mente hace algunos años y que forma parte de mi selección de Afuerismos: “Si buscas a Dios fuera de ti, un día te sentirás muy solo”.

Creyendo ser humilde fui arrogante y este quizá sea mi peor delito. Voy entonces en esa búsqueda del Ser que me signa y que espero me hará un hombre nuevo. Júzguenme cuando retorne.

Me voy mañana, a Colombia. Voy a recorrer los paisajes de esa porción de patria que conocieron los abuelos y abuelas cuando éramos un sólo territorio y, si se me permite, observar con detalle los detalles de sus templos y parques, ya que en es ahí donde podré comprender los signos del por qué somos en mucho occidentales. Siempre he creído que América es tres corrientes que confluyen en la idea de que somos (los hijos de este continente) parte también de una tercera corriente alterna a Occidente y a Oriente; al norte y sur de los occidentales. No sabría dar el nombre a esta corriente, pero sé que es. Voy pues, con alegría ansiosa por darme a comprender en la dimensión de este viaje que, como todos, es también iniciático.

Agradezco a mis maestros docentes de la Universidad de Panamá y a los ancianos que desde mi niñez supieron despertar mi curiosidad por las cosas del mundo. Agradezco a mis hermanos y hermanas de todos los pueblos que, a su paso por mi vida, dejaron esa semilla de luz que me hacen ser como soy, aunque falte aún mucho por pulir en mis acciones hacia la paz interior. A los espejos, gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amigo!
Buen viaje..
Aqui te esperamos!
Johanna